miércoles, 12 de enero de 2011

El poeta

Como buen poeta sabia que la mejor forma de que le llegará la inspiración era caminando, por eso ese día salió a caminar, no había dado más de diez pasos cuando a su mente llego la poesía que para él era perfecta.

Se devolvió rápidamente hasta su casa, busco en el cuarto un papel en blanco, un lapicero y se sentó a escribirla; lo primero fue el titulo, Elvira, pero eso era lo de menos, porque bien podo ser: Elena, luz, marta, clara, el nombre no importaba. Después escribió ternura para sus manos, delicadeza para su cuerpo, amarillo para el color de su cabello pero como la tinta era azul esté le quedo verde; Rojo para sus labios que al final fueron morados.

Después se puso a palpar cada uno de las letras, comas y puntos, cada renglón, de lo que iba escribiendo, de lo que estaba creando y se sintió como un dios, y como un dios quiso redondear su creación así que escribió la palabra mujer…

En ese instante el lapicero cayó de su mano, y las letras empezaron a crecer, a salirse del papel, a amasarse, a fusionarse, se hicieron carne, hueso, sangre, mujer.

Ella lo tomo de la mano, lo llevo nuevamente hacia el papel que otra vez estaba en blanco, y el antes de perderse para siempre, solo tuvo tiempo de agarrar el lapicero y escribir la palabra fin.

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